
Esta tarde he salido a dar una vuelta. No he visto a nadie en especial, al menos de los que yo quería haberme encontrado para charlar un rato. Después de las elecciones el pueblo está tranquilo, demasiado tranquilo, yo diría que casi inerte. Ayer se celebraron las comuniones, será por eso que hay resaca y la gente estará a lo suyo... sobre todo sobándola en la siesta de este primer domingo de Junio en el que el verano se hace más presente. Al menos hoy los termómetros empiezan a anunciarnos que la estación estival está a la vuelta de la esquina, con una temperatura que ya sobrepasa los 30 º.
¿Qué pasará este verano?, ¿cómo vendrá?, ¿cómo terminará?... vale, son preguntas estúpidas, puesto que será como otro cualquiera e incluso me temo que más aburrido. Yo preferiría que transcurriese lento, para poder hacer y deshacer y luego modelarlo a gusto de uno. Tal vez para empezar a sentir otros sueños distintos, dejando que lleguen despacio y los buenos, ante todo los buenos, asumirlos con pasión y hasta con frenesí si son distintos a los que habitualmente tengo.
Pero me refiero a distintos si son capaces de provocar en mi una existencia distinta, casi de aventura por nuevos derroteros. El verano podrá ser bueno o malo, pero me quedaré como siempre hago con ese algo no material: las sensaciones. Las que agudizan los sentidos como buscando algo. Hoy un perfume de una camarera de cafetería me ha provocado esas sensaciones de verano de las que hablo en esta tarde tranquila y calurosa del primer domingo de Junio. Y recuerda: el no-movimiento demuestra lo que te estás perdiendo.
Un saludo y un café descafeinado , por favor.
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